Dios, ¿una expendedora de golosinas?

Muchas veces vivimos nuestra relación con Dios como una larga espera, aguardando que actúe «mágicamente» cumpliéndonos eso que tanto añoramos. Al punto que nuestra oración se focaliza en eso. Ya sea en una celebración, frente al Sagrario, antes de acostarnos o al levantarnos, el corazón de nuestra charla con Dios, directa o indirectamente, rápido o con rodeos es eso que tanto deseamos. Lógicamente lo hacemos desde la absoluta necesidad y sinceridad, creyendo que eso que le pedimos insistentemente será lo que vendrá a solucionar una situación de angustia, un dolor o una situación desesperante que estamos atravesando.

Algo que me ocurre personalmente es que cuando Dios no responde como yo quiero paso a un siguiente escalón: y mi oración se focaliza ahora en querer torcer Su voluntad porque ha pasado tiempo y estoy sospechando que ella no coincide con mis deseos.
La realidad es que nos perdemos en esa lucha, nos desgastamos en esa pelea. Pueden pasar semanas, meses o años esperando eso de Dios. Y sucede que gradualmente pasamos a un siguiente escalón y ya nos vamos enojando con Él: «¡Es que ya llevo mucho tiempo pidiéndote esto!», «¿¡No dijiste ‘Pidan y se les dará’?!».
Lo que sucede es que estamos concibiendo a Dios como «expendedora de golosinas» pensando que colocamos una moneda, apretamos un botón y obtenemos inmediatamente lo que queremos. Entonces nos frustramos y nos desilusionamos.

Aunque no lo percibamos Dios siempre está «tejiendo» a favor nuestro porque El quiere lo mejor para cada uno de sus hijos. Lamentablemente a veces nos perdemos de disfrutar a Dios en la oración porque no estamos focalizados en El, sino en lo que yo quiero para mi.

Estaba yo frente al Santísimo cuando descubrí esto y nació de mi corazón sincerarme con Jesús y conmigo mismo, bajando los escalones de mi oración egoísta y le dije: «¿Sabés qué? Debo reconocer que aunque no me cumplas eso que yo creo que necesito, siempre voy a estar aca con vos, porque acabo de descubrir que no estoy aca por lo que hacés, sino por quién sos. Podré enojarme, no escucharte, podrás no hacer caso jamás a lo que yo te pida y no entenderlo nunca, pero me doy cuenta que igual volveré aca a estar con vos. Podré estar enojado, pero siempre serás mi Dios».
Y me di cuenta que en el fondo Dios era mucho más que una expendedora de golosinas para mi. Porque nadie sería tan tonto como para apertar el botón todos los díad cuando no sale ni un sólo caramelo.

Diego García Rogel

(E-mail: garciarogeldiego@gmail.com).- Soy evangelizador y comunicador social. Nacido en Bariloche, en la Patagonia Argentina. Siempre me sentí llamado a evangelizar de modo creativo utilizando los medios y las nuevas tecnologías. Mi experiencia laboral más enriquecedora fue cuando trabajé como voluntario en Radio Vaticana para la frecuencia Español/Portugués, con motivo del Jubileo del Año 2000. Soy creador y director de "TEAMA - Ideas y Acciones Evangelizadoras": un espacio en crecimiento para evangelizar, para evangelizados y para evangelizadores. Me gusta mucho la radio y tocar la guitarra, mirar fútbol, jugar al ajedrez y al básquet y compartir momentos en familia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *